A la luz de la Luna

- Oh, ahora estás a mi merced - dijo en tono gracioso colocándose encima de ella con una pierna a cada costado de su cuerpo. - ¿Cómo piensas escapar ahora? - siguiéndole el juego.

- No necesito escapar... No me harás nada, eres inocente

Le sonrió de medio lado, sin quitarle la vista de encima. Veía la diversión en sus ojos. Era un brillo distinto a los que había conocido hasta recién. Quería seguirle el juego para ver qué rumbo tomaría.

- Es cierto...soy muy inocente... - dijo y se le acercó al cuello para morderlo, la lastimó un poco...alcanzó dejar que la piel de ella se pusiera de un tono rojizo. Podía sentir el gusto de su sangre.

Gruñó por lo bajo al sentir la mordida en su cuello. Nunca nadie le había mordido, ni herido. Ni siquiera Kyo, que era como su hermanito menor, había tenido el privilegio de herirla. Volvió a gruñir, mirando fijamente a Enrik sin emoción alguna. Sentía un ligero ardor en su cuello, seguido de calor... y una extraña sensación de picazón.

- ¿Qué haces?

- Jajaja - rió ante su reacción, en verdad que ella no querría saber los instintos ocultos que Enrik tenía a veces...y combinados con su neurosis se volvían un poco exagerados. - ¿Qué ocurre? -

- ¡Me has mordido!

Se incorporó, tomandose el cuello. No es que sintiera mucho dolor, ni ardor. Era la impresión de sentirse herida fisicamente por primera vez por alguien externo a ella misma. Se separó un poco de Enrik, quedándose a una distancia prudencial. Lo miraba, inspeccionandole. Intentaba descubrir qué otra reacción tendría, pero no podía leerlo.

- ¿Qué harás ahora?

- Tu piel es muy suave... - y carnosa, jugosa, para sus adentros.

Le pasaba que no podía resistir las ganas de comérsela, no literalmente. Pero su locura hacía que sus actos sí fueran literales. Se acercó a ella con brusquedad hasta que estuvo cara a cara, separado sólo por un milímetro de ella. Sonreía de manera extraña, casi psicópata, aunque en lo oculto se veía que sus intenciones no eran "malas".

Se quedó mirandolo fijamente. Su mirada se veía extraña y esa sonrisa psicópata. ¿Qué estaría pasando por su cabeza? ¿Alguna locura que la involucrara? Roleó los ojos al sentir que su rostro estaba a escasos centímetros del de él. Rozó la mordida en su cuello, pensando.

- Te cobraste la mordida que te di

- Sin sangre no hay culpa, ¿verdad? - rió con la boca cerrada y cerrando los ojos. Ahora su mirada era tranquila, la miró de muy cerca a los ojos. Le sopló los labios mientras avanzaba con sus manos apoyadas en el suelo.

Sin quitarle la vista de encima, se quedó completamente estática. No sabía porqué, pero no sentía deseos de moverse. Suspiró, investigando cada lugar de su rostro. Desde sus ojos hasta la extraña sonrisa que adornaba sus labios.

- ¿Qué harás?

Dejó de sonreír, lanzó su cálido aliento sobre los labios de ella.

- ¿No querías jugar? - no demostraba temblor ni nerviosismo alguno, se encimaba sobre ella de modo que ella se inclinaba un poco hacia atrás.

Tembló levemente al ver que inconcientemente le hacía retroceder. Suspiró al sentir el aliento de él sobre sus labios. Y no demostraba nervios ni miedo ni... nada. Comenzaba a sentirse nerviosa.

- Me gusta jugar cuando sé las reglas

- Hmmm...veamos...reglas...debes obedecerme y quedarte quieta... - sonrió de medio lado mientras seguía molestando con su aliento y la miraba a los ojos.

Frunció el seño, empujándolo levemente hasta retomar su espacio personal nuevamente. ¿Quedarse quieta? ¿Obedecerle? Le confundía con algun otro tipo de chica.

- Deberás jugar a eso con otra -se separó, poniendose de pie y comenzando a caminar.

Sonrió y volvió a seguirla. En el fondo le causaba gracia que ella lo provocara a jugar para luego arrepentirse, no estaba disgustado. Al ir detrás de ella pisaba justo en las huellas que dejaba. Esquivaba cualquier cosa de modo de no tocarla ni ensuciarse. Pasó un pájaro cantando, muy raro en un cementerio.

Podía sentir los pasos de él detrás de ella. Seguros, divertidos. Seguramente pisaba exactamente en el mismo lugar que ella, porque la hierba no hacía demasiado ruido al ser pisada. Sintió un extraño escalofrío en la parte baja de su espalda. Estaba ansiosa, y no sabía porqué. Y una parte de ella clamaba que él dejara de seguirla, que le ponian nerviosa. Miró al césped bajo sus pies, para luego mirar su bota, sin detener la marcha. No quería matarlo, pero quizás amenazarlo para que la dejara tranquila por ahora sería lo correcto. Pero... no podía. Ni siquiera lo conocía, y no sabía que malditas reacciones podría tener. Bufó, comenzando a avanzar un poco más rápido.

El aura en el aire era distinta, ya notaba cómo ella se iba dando cuenta del tipo de persona que él era. Un loco de remate, un maniático quizás, todo por un intento de controlar sus instintos. Cuando lo encerraron fue cuando todo empeoró, años y años almacenando de su locura, para luego, simplemente, dejarlo libre. No pensaba en hacerle ningún daño, ver su miedo le causaba dos cosas. Le divertía, en su bajo sentido masoquista le gustaba que lo temieran, le daba cierto...aire de ser imponente. Y también...lo entristecía al mismo tiempo; en el fondo el sólo quería caer bien, no era su culpa el ser tan desquiciado. Estaba completamente loco por dentro, por fuera sólo esbozaba una sonrisa con una mirada tranquila. No podía controlar el ser así, por ello siempre la gente se terminaba alejando de él. En un principio les caía bien, hasta que iban descubriendo su verdadero ser y acababan por abandonarlo. Nunca se hizo problema, en realidad, por estar solo...pero en el fondo quería, quizás, que alguien no huyera, que alguien no se diera vuelta para abrir los ojos con esa mirada terrorífica y atemorizada. Esa que dice con claridad que nos ven como un insecto extraño, que causamos repulsión. Se puso algo nervioso al pensar en todo esto, no quería caerle así a ella, y no podía evitar actuar así al mismo tiempo. Viendo cómo aceleraba, también lo hizo él, para mantenerse siempre a la misma distancia.

Comenzó a aminorar la marcha. Estaba huyendo, como una cobarde. Y de un juego algo tonto. Y todo porque... el chico le estaba significando algo extraño y no podía descifrar qué. Cerró los puños con fuerza. Menuda idiota. Seguramente él solo trataba de caerle bien. A ella, que era una bruja psicópata.
Se detuvo, mirando al suelo. Su cabello caía sobre ella, cubriendole el rostro. ¿Qué debería hacer? Esas sensaciones que sentía... eran nuevas. Y se sentía algo nerviosa. Era la primera vez que le pasaba. Usualmente era ella quien ponía nervioso a los otros.

Ahora el aire se frenaba de golpe, empujándolo como un viento fuerte por la simple fuerza. También se detuvo, Katty miraba al suelo, no se veía nada de su rostro debido a la longitud que este poseía. Se inclinó sin mover las piernas, sólo la cintura, formándo un ángulo agudo. Intentaba verle el rostro. Arqueó una ceja para si mismo preguntándose qué le ocurría. Se acercó hasta ella y le colocó su brazo en el hombro derecho.

- ¿Te encuentras bien? - dijo con voz tranquila, un poco preocupada.

Levantó la mirada, clavándola en Enrik. Sus ojos cafés ahora estaban oscuros. Y su rostro se notaba algo preocupado. ¿Qué demonios tenía ese chico que le hacía sentirse... más humana? Sentía unas imperiosas y aterrorizantes ganas de abrazarlo. Y no sabía porqué. Suspiró, volviendo a bajar la cabeza.

- Me siento... extraña...

- Lo único extraño es que lo digas, yo también me siento extraño. Somos extraños... - le dijo con los ojos cerrados, sonriendo con calidez y suavidad.

La sostuvo por el hombro y con su otra mano la ayudó a levantar la cabeza. Otra vez se quedó observando su maquillaje, su rostro, el tono de su piel, sus ojos. La miró serio, pero con un rostro amable. ¿Qué era lo que ella sentía? De todos modos...nada podría parecerse al vacío que él experimentaba...nadie podría sentirse así...y mejor aún...nadie podría sufrir así y mostrarse tan feliz como Enrik lo hacía.

Sintió la mano de él levantándole el rostro. Se sonrojó levemente. Y se maldijo mentalmente por hacerlo. ¿Qué demonios le pasaba? Lo vio prestarle demasiado atención a todo. A su rostro, a sus ojos. El rostro serio y al mismo tiemplo amable... le descolocaba. Podía ver en sus ojos... vacío. Dolor. Sintió como un golpe en el estómago.

- Es pesado... ¿no? Que la gente te esquive...

- Aprendes a vivir con ello... - sonrió como la persona más feliz del universo, falsamente claro. En el fondo no le gustaba, pero en fin se había acostumbrado.



Sin esperanzas...sin deseos...sin nada...sólo vivir por vivir, hasta que acabe. Divertirse, era difícil en verdad con ese espacio vacío. Encontrar la paz, algo que ocurría pocas veces.

Aprendes a vivir con ello. Y esa sonrisa falsa. Se sintió terriblemente dolida. Sin pensar demasiado... se abrazó a él.

Cuando recibió el abrazo se quedó estático por unos segundos, con los ojos bien abiertos, su mirada fija hacia el cielo estrellado y la luna. ¿Por qué ella se preocupaba por él?, ¿era lástima acaso?. Acabó por corresponderle el abrazo...cerró los ojos...y las lágrimas se le escaparon por entre los párpados, no detuvo el abrazo para que ella no lo viese. Intentó sentir su calidez por un momento, olvidándose de sus neurosis.