A la luz de la Luna

Entre las caricias no pudo evitar acercarse y darle un pequeño y extremadamente corto beso en la mejilla. Luego de ello volvió su cabeza a la posición anterior, su rostro estaba sonrojado. No sabía por qué lo había hecho, ni violarla, ni besarla, ni nada. Sentía algo...extraño. Apoyó su cabeza contra la de ella; se sentía bien...se sentía querido, aunque no pudiera leer los pensamientos de ella. El viento pasó y los cabellos de Katty se movían como si danzaran para él, para reflejar aún más de su hermosura. Sonrió, nuevamente sin saber por qué.




Sólo sabes...que te gusta...

Sintió el pequeño beso en la mejilla y de manera instantánea, sintió sus mejillas arder. Como cuando tenía fiebre, quizás un poco más. Seguramente tendría las mejillas coloradas, por lo que escondió más el rostro en el hombro de Enrik. Sintió que el viento le refrescaba un poco el rostro. Abrió los ojos, sintiendo que el mareo se detenía levemente. Suspiró.

Inclinó un poco la cabeza para verla a los ojos, sus cabellos cubrían su rostro, por lo que los retiró delicádamente con el dedo índice de su mano. Luego prosiguió con las caricias. No sabía qué pasaba ni tampoco por qué no podía hablar, no le salían las palabras. ¡Tan sólo di algo!. No encontraba las palabras exactas...

Movió la cabeza lo suficiente como para verlo. Parecía nervioso. Feliz, pero nervioso. Sonrió de medio lado. A ella tampoco se le ocurría qué decirle. Sentía que si abría la boca, terminaría rompiendo el encanto de las caricias y el cariño casi infantil que había ahora. Suspiró, sintiendo que todo volvía a dar vueltas. Iba a arruinar el momento romantico, lo sabía. Pero...

- ...me siento mareada

De repente se sintió preocupado, la tomó por ambas manos del rostro y lo alzó hasta que la tuvo más cerca al suyo.

- ¿Ocurre algo? ¿Te encuentras bien? Respira hondo...vamos... - dijo con la voz nerviosa. No podía desmayarse allí...no ahora...se sentiría culpable de por vida...¿y si violarla le causaría estos efectos? Qué haría...

Al sentir que la alzaba, sentia que el mareo se acentuaba un poco más. Demonios. Jadeó, tomando con sus manos los hombros de Enrik. Por lo menos podría sostenerse a él. Quería hablar, pero abría la boca y no salían las palabras. Estoy bien, no es tu culpa. Pero ni siquiera lograba decir 'ah'. Pestañeó pausado. Quizás debería no haberle dicho nada. Ahora se le veía preocupado. Respiró pausado, intentando recuperar el sentido. Su cuerpo empezaba a pesar demasiado.

Se sintió apenado al pensar que era su culpa. Por dentro sintió una punzada en su corazón, estaba completamente arrepentido de lo que había hecho. Sólo pudo abrazarla y acurrucarla para que estuviera cómoda y hacer que se sintiera bien nuevamente.

Tranquila...tranquila... - pensaba para sus adentros


- Tranquila... - se le escapó un pensamiento en voz alta, se sonrojó un poco al sentirse que la protegía...pero en el fondo, le había gustado...

Suspiró al sentir que la acurrucaba. Un gesto un tanto extraño, era la primera vez que lo tenían para con ella. Aunque se sentía bien. Se acurrucó un poco más contra él, permitiendose ver como algo más débil de lo que era. Como alguien indefenso. Abrió los ojos, sintiendo que ahora podía enfocar mejor la vista y que se sentía menos mareada que antes. Escondió el rostro en el cuello de Enrik, aspirando su aroma y manteniendose inmóvil.

- Perdona...si estás incómoda... - le dijo en suave voz mientras miraba al horizonte con la mirada perdida. El tiempo era extraño, contaba hasta tres y volvía a hacerlo y no sentía nada. Miraba sus pies en una posición descolocada para lo que hacía siempre y no sentía nada.

- Podría quedarme dormida...

Se acurrucó más contra él. Suspiró, algo... aburrida, quizás. Enrik parecía como cualquier otro ser humano. Ya no tenía su neurosis. Se preguntaba porqué. Quizás le preocupaste demasiado. Se levantó un poco, lo suficiente para mirarlo a los ojos. No notaba nada extraño.

- ¿Qué sucede?

Cuando ella se levantó, fue como si todo eso en lo que estaba soñando despierto terminara. Volvió a la realidad, acomodó sus pies. Pensó cinco segundos antes de levantarse.


- No sucede nada - dijo mientras sonreía, se acercó y se sacudió la ropa de la tierra que le había quedado.


Luego cambió un poco la cara.


- En realidad...sólo estaba pensando...supongo que he venido a toparme con una persona especial... - la miró y sus ojos brillaron. Se arremangó a medio brazo, pero a los cuatro segundos le dio calor en la parte donde se había acumulado la ropa y volvió a estirar las mangas.

- Ah, vale

Mirando como hacía cada uno de sus rituales neuróticos que tanto le gustaban, se recostó sobre el escalón en el que antes Enrik estaba sentado. Aún pensaba en qué era eso en él que la hacía sentirse distinta. Qué era eso que... le hacía sentirse viva. Y sentirse tan atraída a él. Suspiró. Quizás nada, quizás todo.

Se paró en el suelo con los pies alineados uno delante del otro y estiró los brazos como si estuviera en la cuerda floja. Se puso a dar vueltas por el cementerio por encima de una misma raíz que sobresalía por entre la tierra. Se balanceaba de lado a otro intentando hacer equilibrio, tampoco es que pudiera caerse hacia algún lugar pero por alguna razón extraña de sus neurosis no debía salirse de aquella rama.

Sonrió de medio lado. Verlo caminar por sobre esa rama le hizo pensar en un niño. Y le daba algo de ternura. Era extraño, ¿no? Sentía ternura. Hacía tanto que no sentía eso. Intentó recordar cuando había sido la última vez. Quizás con sus padres. Quizás antes...

Lo hacía muy bien, estaba a punto de llegar al trayecto. Rasgó un poco del césped, sintió dolor interno por haberlo hecho. Se ponía muy neurótico con estos juegos, eran todo para él. Casi en el final, se resbaló y comió de la tierra y las piedras que estaban a su frente. Golpeó su rostro fuerte y se levantó todo sucio y lleno de mugre.

Al ver que se caía, se levantó y se acercó. Se arrodilló delante de él y comenzó a limpiarle el rostro con cuidado. Limpió la tierra y el barro, al igual que algunas ramas y el cesped que se había alojado en su cabello por la caída. Luego besó su frente, como curando el dolor que podría sentir.

Sintió como si las heridas no doliesen, se imaginaba que ella reiría al ver su torpe caída, además de pensar que lo que hacía eran sólo locuras.


- ¿Por qué...eres tan buena conmigo...? - le pregunto con la mirada un tanto triste a pesar de sentirse bien.

- Porque... me inspiras a serlo

Le sonrió. Veía su mirada triste y sentía como un golpe en el estómago. No quería verlo así. Por lo menos no a él. Suspiró, acomodándole el cabello. ¿Qué era lo que sentía por él? ¿Qué era eso que sentía?

- Eres una persona...en verdad maravillosa... - imitó su movimiento y le acomodó el cabello a ella, que lo tenía como...desproporcionado para su neurosis, mucho peso del lado izquierdo. Rascó por detrás de sus orejas.

Dejó escapar una carcajada, mientras dejaba que Enrik le acomodase el cabello. Le sonrió. No sabía porqué, pero le gustaba sonreirle. Demostrarle que con él se sentía bien y feliz.

- Qué haces en un lugar como este...eres muy buena para estar aquí... -


Le dijo como pensando en voz alta...pero a la vez...queriendo decir algo más...


Detuvo las caricias y entrecerró los ojos mirando su cabello, pero en verdad, tenía los ojos en otra parte, en otro mundo...pensaba en ella. Unió sus pies al sentir un cosquilleo en el cuerpo, se rascó por detrás del tobilli derecho y luego por detrás del izquierdo para equiparar.

- No tengo padres... y asumí una... misión aquí, y no me iré hasta cumplirla

Le sonrió nuevamente. Tomó las manos de él y se puso a juguetear con ellas. Sentía las mejillas algo calientes. Quizás estaba sonrojada. Esperaba que no.

Notó que ella se había sonrojado, el juego con las manos le gustaba. En el fondo le gustaba sentirse un niño denuevo, salvo cuando recordaba sobre su pasado.

- ¿Qué misión? - se sintió intrigado.


Comenzó a jugar entrelazando sus dedos con los de ella, formando lo que sería un puño al unir las dos manos. Luego lo deshacía y lo volvía a hacer.

Miró su mano derecha y luego la enseñó. La cicatriz del pentagrama. Esa que tanto le gustaba a ella. Esa que tantos temían otros. Suspiró.

- Los 7 pecados capitales... Yo me encargo de erradicarlos del planeta..

- ...Deberías matarme entonces...padezco uno de ellos... - le dijo con voz un poco lastimosa pero preparada para lo que fuese.