A la luz de la Luna

Del dolor que sentía al principio, no quedaba nada. Sentía las penetraciones fuertes, casi bestiales. Y la enorme presión dentro de ella. Clavó más fuerte las uñas, bajando la cabeza. Demonios... empezaba a gustarle. ¿Eso era bueno... o malo? Aún con la cabeza gacha, sintió que pese a que le gustaba, debía negarse.

- Basta... Lo ruego...

- Como si pudiera detenerme... - admitió, ya que le encantaba tanto hacerlo que no pensaba ni en aminorar.

Cada vez aumentaba más y más el ritmo, acabó por soltar la cuchilla para ayudarse a levantarle las piernas. De este modo podría penetrarla más rápido y más profundo. Con la otra mano le apretaba el pecho y se inclinaba para morderlo y chuparlo. Soltó un fuerte gemido.

Al ver que soltaba la cuchilla, ni siquiera pensó en escapar. No ahora. Se permitió gemir, levantando la cabeza y arqueando la espalda. Le gustaba. Y mucho. Al sentir que lamia y mordía su pecho, le apretó contra su pecho. Se sentía... demasiado bien...

- Más... Por favor...

Su docilidad lo excitó aún más y su miembro se puso completamente duro y creció al máximo dentro de ella, abriéndola aún más. Mordió fuerte e intensamente su pecho mientras lo succionaba hacia su boca y penetraba más y más rápido. La miraba de reojo, le encantaba ver su rostro lleno de placer.

Sintió que se abría aún más. Y que la velocidad de las penetraciones aumentaba. Gruñó, para luego gemir con fuerza. No se sentía capaz de abrir los ojos. Sentía demasiado placer. Era como una maldición. Gemía con fuerza, clavando las uñas en él aún más. Sintió que la observaba, pero realmente... eso no le molestó.

Vio sus ojos totalmente opacados del placer, acercó sus labios a su oído y le gimió suavemente, dejando escapar su cálido aliento para que entrara en contacto con su piel. Luego la lamía por el costado de la oreja y la mordía mientras la penetraba fuertemente. Jadeó en un grito de placer, la piedra le servía para penetrarla al máximo.

Al sentirlo gemir en su oído, sintió como la piel se le erizaba por completo. ¿Por qué tenía ese efecto en ella? Luego sintió las lamidas y las mordidas, y ese extraño escalofrío en su espalda volvía a aparecer. Era endemoniadamente deseable. Sentía que acabaría de un segundo a otro. Gimió bajo, casi sin fuerzas.

En un último esfuerzo, aumentó su ritmo al máximo y puso todo su empeño en lograr que ella acabara, le gimió muy fuerte al oído y apretó fuerte de su pecho mientras embestía contra su sexo, abriendo las piernas de ella y acelerando el vaivén. Él también estaba cerca de acabar, y aunque la estaba violando en realidad, no sabía bien por qué...pero quería darle placer a ella.

Dejó escapar un gruñido ronco. Sentía las embestidas más fuertes, su pecho siendo apretado y los gemidos en su oído... y se daba cuenta que solo lograban estragos en ella. Quería acabar. Y que él acabara en ella. Clavó las uñas fuertemente en sus hombros, jadeando. Sentía que estallaría.

Sintió cómo su miembro de repente se endurecía y hacía movimientos fuertes. Estaba por acabar. Se agarró bien fuerte de la cintura de Katty y acompañado con un fuerte gemido, acabó dentro de ella. Era una magnífica sensación, estar piel a piel, compartiendo aliento y sudor, compartiendo su carne. Le encantaba a tal punto que ni siquiera se preocupaba por el hecho de que Katty no estaba perfectamente posicionada en la lápida, ni sus pies inclinados en un ángulo exacto, ni ninguna de sus locuras.

Al sentir que acababa dentro de ella, no pudo aguantar y acabó tambien. Gimió de forma ronca, para luego jadear en busca de algo de aire. Se sentía extraña. Podía ver a Enrik mantenerse inmóvil. ¿Debía huir? No quería hacerlo, estaba... cómoda. Pero una pequeña parte le reprochaba que eso no estaba bien, que Enrik había abusado de ella. Suspiró, dejando caer la cabeza hacia atrás, hasta lograr apoyarla en la lápida.

Con su miembro aún adentro de ella, se acercó y la abrazó. Aproximó su rostro al de ella y le lamió los labios mientras veía su respiración agitada. Le daba pequeños besos y cada tanto chupaba uno de sus labios mientras terminaba con los jadeos y los gemidos.

Se dejó besar y abrazar. No entendía el repentido acutar dulce y despreocupado. Algo infantil. Y lo peor: le gustaba. Suspiró, acurrucandose contra él. Le había violado. Luego la trataba con dulzura. Y ella se dejaba ser. Cuando en realidad debería sentir ansias de rebanarlo. Volvió a suspirar, cerrando los ojos.

- ¿Por qué...?

Detuvo los besos y miró de reojo escapando la mirada de Katty, luego suspiró por lo bajo y entrecerró los ojos.

- Perdona... - le dijo mientras acariciaba su rostro suavemente


No sabía bien el por qué de las razones...simplemente, todo había empezado como un juego, la había violado, y ahora se arrepentía...pero no se arrepentía de haber tenido relaciones con ella...se arrepentía...sólo de haberlo hecho contra la voluntad de Katty, la persona, la única persona que le agradaba y aceptaba...Pensó por un instante si debía huír o quedarse a escuchar el sermón, sus palabras de odio inminentes.

¿Qué has hecho Enrik?

¡Eres un desquiciadio!

Eres un inútil...no sirves para nada Enrik...


Cerró fuertemente los ojos mientras recordaba...pero no huyó, algo lo tenía atado a quedarse...y no podía parar de acariciarla.

Sintió que los besos se detenían y al intentar mirar a Enrik por la respuesta, pudo notar que le esquivaba la mirada. Era predecible, ¿no? Arrepentimiento. Sin embargo, eso le significaba un golpe. Pero no sabía porqué. Vio que cerraba los ojos con fuerza, pero que las leves caricias no se detenían. Suspiró. ¿Qué debía decirle? Eres un pervertido. Me he asustado. Pero sin embargo luego terminó gustándome. No... Pensó otras miles de posibilidades pero ninguna le agradaba. Terminó decidiendose por decir la más corta y simple de todas.

- Te perdono

La miró un poco de reojo, cayó una lágrima pero no dejó que ella la viera. Despegó su cuerpo del de ella. Como si mereciera siquiera estar a su lado. Sin cambiarse de ropa, se sentó en un escalón junto a la lápida y se tomó la cabeza con las manos, ocultando su rostro con sus dedos. Lo has arruinado, lo has arruinado.... Se tiró fuerte del pelo. Se mantuvo quieto por diez segundos exactos, luego hizo un movimiento hacia el costado, retrayéndose en si mismo. Pasaron otros diez segundos y lo hizo denuevo. No podía mirarla a la cara...

Sintió el suelo frio contra sus pies, mientras Enrik comenzaba a separarse. Vio que se sentaba y que tomaba su cabeza, ocultando el rostro. No sabía porqué, pero esas reacciones le significaban un golpe directo en el estómago. Le dolían. Una pequeña brisa se hizo presente, recordándole de su aún presente desnudez. Comenzó a tomar su ropa esparcida por el suelo, colocándosela. Luego de estar completamente vestida, se sentó a un lado de Enrik. Podía ver el constante ataque de neurosis cada 10 segundos exactos. Suspiró, apoyando las manos sobre el pequeño escalón en que estaban sentados.

- Me está molestando que me evites, Enrik

Giró lentamente la cabeza hasta que llegó a la mirada de Katty, se veía algo molesta...lo sigues arruinando... Despejó su rostro dejándose ver y apoyó las manos sobre el escalón. Sus ojos estaban marcados por la presión que había hecho con sus brazos y manos, sus cabellos despeinados, su integridad, hecha un desastre.

Se puso de pie, para luego arrodillarse delante de él. Hizó unas leves caricias alrededor de sus ojos y sus párpados, para luego acariciar su cabello y acomodarlo. No hacía contacto visual con él. No porque no quisiese, sino porque sentía que con eso podría hundir más a Enrik. Y era lo que menos deseaba. Acarició su mejilla, tomando su rostro con ambas manos, para luego acercarse y morder el punto donde antes había acariciado. Siguió sin mirarle a los ojos, bajó la cabeza, al igual que sus manos, y miró el suelo.

- Dije que te perdonaba, ¿qué es lo que pasa?

No la miró al rostro, de todos modos esas caricias y gestos que ella realizaba...notaba cada uno de ellos. ¿Por qué los hace...? Estuvo diez segundos más...hasta que abrió la boca.


- Al final...acabarás por odiarme...no sería extraño...te he...violado... - dijo con la voz entrecortada y luego de mencionar esta última palabra volvió a taparse el rostro con las manos.

Suspiró luego de oírlo. Volvió la vista del suelo hacia su rostro. Nuevamente se había tapado con sus manos. Sintió un nudo en el estómago. Como si estuviese haciendo algo mal. Pero no sabía qué. Acercó sus manos a las de él, quitándolas de su rostro. Se acercó, besándole sobre la mejilla, en la marca que indicaba que antes había sido mordido. Respiró pausado, intentando tranquilizarse. Lo miró a los ojos, demostrandole que no le odiaba.

- No voy a odiarte...

Repentinamente se tranquilizó cuando ella lo besó...en su mente era como si el sol saliera luego de tanta oscuridad...tanto tiempo... Había silencio, para ser un cementerio estaba todo bastante tranquilo, el lugar era en verdad hermoso. Lo miró y se asombró, todo era bello, extrañamente. Volvió al mundo real otra vez, ¿qué había pasado?...debería odiarme...la violé... Ella era tan distinta...no se atrevía a decir "rara" porque...para él...no lo era...ella era...especial.


- Gracias... -

Volvió las manos al rostro de Enrik, acariciandolo. La mirada de sorpresa en sus ojos, lo decía todo. Seguramente estaba pensando en porqué le perdonaba. Algo que ni ella sabía. Debería estar molesta, ¿no? Debería querer matarlo. Pero sin embargo... sentía otra cosa. Algo realmente diferente al odio. Suspiró, bajando sus manos y dejando caer su cabeza en el hombro de Enrik. Estaba realmente cansada. Y no sabía porqué. Sentía que todo le daba vueltas. Que el suelo se movía. Jadeó bajo. Intentaba autoconvencerse a sí misma, ya que lo unico que le asustaba realmente era sentirse así. Estoy bien, estoy bien. No sucede nada.

Cuando ella apoyó la cabeza encima suyo la rodeó con un brazo inconcientemente. Se sentía suave...cálido...acariciaba su nuca, entrelazaba los dedos con sus cabellos, tan suaves y sedosos, tan brillantes, del color perfecto. Aprovechó que ella no lo miraba para contemplar su rostro...era...muy hermosa...lo había notado antes pero...nunca lo había pensado como para admitirlo en sí mismo. Una mujer te parece hermosa...piensas más de diez segundos en ella... Mientras estaban allí, en silencio, Enrik zapateaba suavemente en un ritmo de 1-2.

Sintió que la rodeaba con un brazo y comenzaba a hacerla caricias en la nuca y el cabello. Sonrió, pese a que el mareo aún no acababa. El pequeño ritmo que Enrik hacia con sus pies retumbaba en su cabeza. ¿Qué demonios le estaba pasando? Suspiró. Todo daba vueltas si abría los ojos, por lo que los mantenía cerrados. Era la decisión más inteligente, supuso.