Gran Órgano

Soltó una carcajada.

Cyrille cogió a Katty en el aire y se la puso entrelazando su cintura con sus piernas.

Frotó sus pantalone "duros" por Katty.

Se sentó en una de las bancas con Katty encima. Le sacó el sujetador con los dientes.

La seguia besando alocadamente mientras ponia sus manotas en su trasero y la atraía hacia si.

-Eres preciosa...- susurró con los ojos cerrados.

Entró a la Iglesia, imponente casa de Dios. El lugar donde siempre encontraba descanso...y el lugar donde sus tormentos se hacían verdaderos...el lugar donde se desahogaba y a la vez se asfixiaba. Pensaba...rezar...por ella...Iba con la mirada baja a paso lento...abrió el gran portón, magnífica madera. Esquivó aquella baldoza desteñida, anunciaba malos augurios. Fue a mojar sus dedos con el agua bendita...no había agua bendita esa noche...

- ...



Le gustaba entrar al confesionario...a la parte en la que el sacerdote suele sentarse, y mediante el poder otorgado por el Señor, te exculpa de tus pecados. Era lo único que siempre lo había sanado...pero nunca duraba mucho...Pensaba en Katty...algo siempre lo traía de vuelta a ella...nunca tardaba demasiado...y no importa lo que hiciera o dijera, siempre la sentía hasta el momento de irse.



- Y siento tanto...por esto... - dejaba caer sus lágrimas sobre el banquillo, encerrado en aquella caja, encerrado...escapando del exterior...- Ese ruido...¿qué será...? - algo perturbaba su momento de pena y angustia. Espió por la rendija sin abrir la caja. Vio a dos figuras...besándose con euforia...parecían dos bestias a punto de hacer el amor...lloró aún más...al recordar que la única vez que lo había hecho...había violado...


Esa no cuenta para ti...


Se limpió los ojos...vanamente para reconocer a las figuras. Su cuerpo entero comenzó a temblar, como si se tratara de una nueva época de invierno reciente en las montañas. Su estómago sintió un vacío que lo empujaba hacia adentro. Quería salir de la caja...quería salir...no quería ver eso...no quería ver...a Katty haciéndolo con Cyrille...


Dios...te odio... - dijo llorando, odiando a su maestro como antes lo había hecho, ahora reafirmándolo.



Estira la mano...al menos...se iría sin que lo vieran...empujó la puerta de la caja suavemente...no abrió...



Este es tu castigo... - se dijo a si mismo al darse cuenta de que estaba encerrado, encerrado...

Jadeó al sentirse sin sostén. Sentía un cosquilleo extraño. Algo en su vientre. Podía sentir la dureza de Cyrille. Cerró los ojos, dispuesta a besarlo, para luego abrirlos alarmada. Algo chillaba dentro de ella. Algo le decía que no lo hiciera. Comenzó a sentir nauseas, a sentir que el cuerpo le pesaba. Se separó levemente de Cyrille, bajando la mirada y recogiendo su ropa del suelo.

-¿Estás bien?-

Cyrille estaba confundido.

Vio una sombra difuminada saliendo del confesionario.

Vio los ojos de Katty alejados de esta realidad.

Cyrille hizo la ecuación.

-Entiendo...-

Jadeó, deteniendose, luego de haberse puesto el sosten. Se sentía extraña. Vacía. Es la culpa. Se colocó su blusa y luego miró a Cyrille. Se abrazó a él, escondiendo el rostro en su cuello. Sentía como si el lugar en el que estaban la juzgara.

- Soy una idiota... ¿no es cierto?

Siguió observando...las estatuas se movían...unas...enfocaban su vista en la caja en donde Enrik estaba. En esa jaula de torturas...Otras miraban hacia donde Katty y Cyrille estaban. Veía a Dios tras el altar...su rostro era distinto.


¿Veía a Dios? Si, ocasionalmente lo veía...hablaba con Él pero no respondía de las maneras más fáciles de entender.


Vete...le harás daño a Katty...por favor no lo hagas...- decía con las manos juntas y sus dedos entrelazados con los ojos cerrados. Con la cabeza apuntando al suelo, como muestra de subordinación.

La separó de él y dió un paso hacia atrás.

-No...no eres idiota...sólo estás enamorada...-

Cyrille sonrió aunque sus ojos estuvieran brillando.

Dió otro paso hacia atrás.

-...pero ese no es el problema...-

Desvió la mirada y cogió la camisa y la gabardina.

-...el problema es que estás enamorada...- dijo redundante.

Se abotonó un botón de la camisa a la altura del abdomen. Se echó la gabardina al hombro.

Dió un paso hacia atrás.

-Enamorada...pero no de mí...- suspiró con la voz rota.

Sentía cada una de las palabras de Cyrille como una puñalada tras otra. Cerró los puño, con impotencia. ¿Por qué se enojaba? Quizás... porque nadie le entendía... Se levantó, alejandose del todo de él, acercándose a la salida de la Iglesia. No me quiso matar de un disparo, pero me mata con palabras.

- No sabes lo que siento... por eso no puedes hablar...

Y abriendo la enorme puerta de algarrobo de la Iglesia, se marchó.

La veía irse con dolor en su rostro...los ojos la seguían...agitó la puerta de la caja desenfrenadamente pero no logró abrirla. Se sintió un tanto impotente por ser débil y nunca haber hecho ejercicio o haber practicado algún trabajo que le permitiera salir de allí. Vio la figura del chico, quedándose lejos de ella...¿qué era lo que en verdad pasaba?

Su rostro volvió a ser de piedra.

Los sentimientos eran una mierda.

Sentía lágrimas en sus mejillas. Un cúmulo en la garganta y un ardor pesado en el abdomen que le calcomía.

Se dirigió con furia al órgano y tocó algo de Bach.

Un ahogado sollozo se escuchó.

Era la interpretación de su vida y había sido enturbiada por las lágrimas.

La música hacía un eco increíble en la Iglesia...y le daba un toque extraño a toda la situación. Cyrille tocaba con gran dedicación...


Tu no sabes ni tocar la flauta...- pensó...no era muy bueno ni dibujando, ni tocando instrumentos, ni escribiendo...

Se levantó del órgano con cara inexpresiva.

Desenfundó dos pistolas y disparo a todas las estatuas y vidrieras dejando la capilla hecha añicos.

Enfundó las armas haciendo malabares con los dedos.

Le dió una patada al órgano y caminó a la puerta sin sentimiento en el rostro.

La música terminó con un estruendo del sonido de disparos. Cyrille había sacado unas armas y destruído el lugar. Una bala perdida lo rozó...le cortó la piel...pero a pesar de la herida, había roto la cerradura justo para poder salir de la caja. Vio cómo aquel frío chico le pasaba por al lado.

Cyrille volvió al destruído lugar.

Caminaba lentamente mientras se sacaba la gabardina.

Se sentó en el órgano y tocó.

Raramente, estaba dolido pero...estaba feliz...aliviado.

Entró en la Iglesia con las manos en los bolsillos, caminando por la misma fila de baldozas sin salirse de ella. Se reposó sobre una columna mientras miraba a Cyrille tocar.


- La has jodido...¿verdad? - dijo con seria expresión pero a la vez tranquila

-Ah, eres tú...! El otro...- le dispara en el entre cejo.

Tenía ganas, pero sólo era su imaginación.

Cyrille dejó de tocar y se dió la vuelta suspirando.

-Nah...le he puesto las cosas más fáciles...- dijo exhalando todo el aire. -Ella sabe a quién quiere, pero...es como...que si no quisiera aceptarlo...- inhalé otra vez.

De repente, me dí cuenta que el chico ni sabía de quién hablaba.

-Pero eso no te importa, ¿verdad?- soltó una carcajada ahogada.

- Mmmm... - hizo un gesto con la mano sobre el mentón, pensando.



- Sólo...me ha importado...entenderla...para saber cómo se siente...y darle la mejor elección... - mira al suelo con ojos entrecerrados.

-Eso no basta...no basta que tú la quieras...- se llevó las manos al abdomen. -Ella también debe quererte...-

-Imbécil, idiota, enfermo, todo es por tu culpa, violador malintencionado!!!-

Cyrille cerró los ojos intentando controlar sus pensamientos.

- Pues quizás...ahí erradica la diferencia...para mi, basta... - le dijo seriamente y con decisión.



Giró la cabeza para posar su vista en las teclas.



Pobre niño...

Cyrille saca una tarta y se la estampa en la cara a Enrik y luego gira la bandeja.

-Ains!! Te gusta la crema, muchacho...?-

Cyrille abrió los ojos dejando esa imagen ir.

-No...la diferencia está...en que tú no te lo mereces, pero de cualquier manera lo tienes...- se giró al órgano. -No sé cómo te puedes mirar al espejo todas las mañana...- suspiró y tocó teclas al azar.

No te lo mereces...Tenía razón...la había violado...y todo lo que hacía era molestar...



¡Pero qué dices! La mereces, has hecho todo por ella cuando Cyrille sólo se preocupaba por tener sexo con ella...la violaste por culpa de tu maldita enfermedad, no eres ningún pecador - extrañamente la voz en su cabeza ahora estaba en su lado.



Retiró la mirada de Cyrille...


- Sabes...quizás...no merezca nada...y tengas razón... - comenzaba a derramar lágrimas - pero se me ha dado la oportunidad de mejorar...y yo...voy a hacerlo...por ella...

Cyrille respiró profundo.

-Tienes razón. Todos necesitamos mejorar. Tenemos el derecho a mejorar.- tocó más teclas al azar.

El sonido se volvía disturbioso, casi era ruido interferente.


Miró de reojo a sus manos, de golpes aleatorios en el gran instrumento.


- Es difícil mejorar... - admitió mirando al suelo nuevamente.

-Si...pero debes hacerlo...por ella...- las teclas ahora sonaban algo armoniosas...bajo, pero armoniosas. -Yo lo hice...pero no fue suficiente...- suspiré.

-ASÍ QUE MÁS TE VALE HACERLO, MALDITO ENGENDRO DE MIERDAAAAAAA!!!-

Cyrille se controló cerrando los ojos y escuchando la armonía de la música.

- Claro que lo haré... - dijo con decisión, mirando ahora al techo del lugar, con una sonrisa. Sentía que por fin alguien le estaba dando lo que quería.