Gran Órgano

Estaba el lugar desolado.

Me senté en el órgano y comencé a tocar Las 4 Estaciones.

Recordaba todas esas muertes. Cerré mis ojos y miré hacia arriba extasiado, sin dejar de tocar el piano.

Caminaba por enfrente de la Iglesia. La gente que pasaba por ahí, la veía & se persignaba. Ella no lo hacía. No creía... & entrar a una iglesia siempre fue una experiencia traumática en su vida.

En el orfanato, la obligaron a ir una vez. Las estatuas gigantes, el corazón sangrante todo... le daba escalofríos. Por evitar esa sensación estuvo hablando toda la misa, diciendo que todo eso eran tonterías & la castigaron duramente al volver al orfanato.

Sin embargo, oyó una suave melodía de un piano. La reconoció al instante. Vivaldi... No quería entrar, pero la curiosidad la carcomía. Entró & divisó a un muchacho pelinegro tocando el piano. Se quedó en la puerta, sin interrumpir.

Proliferó un alarido ahogado.

Golpeó el órgano hasta que se cansó.

No sentía nada...quería sentirlo. Todo era fingido, desde la euforia hasta su pataleta.

Se estiró en el suelo. Frío, sin vida...

Se estremeció al verlo hacer eso.

- ¿Te encuentras bien? - preguntó, poniéndose a su lado.

-No...ese es el problema...- dijo sin expresión en el rostro.

Otra lunática.

-Soy Cyrille de Courier! Y tú?- sonrió falsamente pero muy natural.

- ¿Acabas de tener una especie de ataque & ahora estás tan alegre? - preguntó, extrañada.

La siguió mirando sonriente.

-No exactamente...no siento nada...-

Siguió sonriendo.

Lo miró... curiosa. ¿Nada de nada?

- Deberías sentarte un rato... - dijo y lo sentó en el asiento del órgano. - Para que estés más tranquilo. - sonrió & se sentó a su lado. - ¿Así que tocas órgano? ¿Sabes algo más que las Cuatro Estaciones?

-¿Quieres oír más?- su cara era escalofriantemente sin sentimientos.

Puso sus dedos en el teclado y tocó la Novena.

Cerró los ojos e intentó sentir algo.

Vio que cerró los ojos y comenzó a tocar. La melodía era muy hermosa a decir verdad. ¿Por qué... por qué no podía sentir? Se acercó y le besó la mejilla. Quizá...

Sentió el cálido beso en la mejilla.

Dejó de tocar pero no abrió los ojos.

-Hazlo otra vez, por favor...- dijo tan seco como siempre.

Parpadeó. ¿Habrá funcionado aunque sea un poco? Se acercó a él y le volvió a dar otro beso en la mejilla.

Puso cara de confusión.

-Es raro...- dijo escéptico.

- ¿Qué es raro? - preguntó.

-Que...en mi mejilla se sienten cosquillitas agradables...pero...no me provocan nada...ni alegria ni vergüenza...nada...-

Ladeó la cabeza intentando entender lo incomprensible.

- Es que las "cosquillitas" quizá no produzcan alegría ni veguenza, quizá sean... mmm... ¿nerviosismo? ¿Lo consideras algo agradable? - preguntó.

-Sí...más o menos...- limpiándose el residuo de labial.

- Entonces, creo yo, quizá si eres capaz de sentir algo. - dijo, y le sonrió.

-Si lo soy...aunque...sólo cuando mato gente...- dijo mirándola a los ojos, inexpresivo.

- Te prometo que... haré que sientas algo, sin estar en medio de un asesinato. - dijo, y lo abrazó.

Abrazo.

Según lo que había aprendido últimamente, eso ayudaba a la gente.

Ni se inmutó.

-Pero...me apetece asesinar...- dijo con tono de súplica mientras le devolvía el abrazo.

- Te propongo algo. Consigo a alguien para que asesines, luego te vuelvo a besar & me dices si sentiste algo, ¿de acuerdo?

Pensé un rato.

-Qué te parece si vamos a dar una vuelta al bar?-

Esa era otra opción.

- De acuerdo. - sonrió. - Con la condición de que tú invites.

-Por supuesto...¿vamos?- se dirigió a la puerta.