Ventana...

Miraba por la ventana.

Sinceramente, lo hacía por hacer algo.

No me apetecía nada. Ni tampoco me molestaba que no me apeteciera.

Caminaba por el pasillo, algo aburrida. Hacía tiempo que estaba vagando, intentando encontrar algo entretenido. Un cadáver fresco. Alguien a quien matar. Suspiró, sintiendo que quizás el hosrfanato ya había perdido su encanto de mansión embrujada y ahora los pocos sobrevivientes contaban sus espaldas ante los psicópatas.
Observó a lo lejos un chico. No mostraba ni una sola mueca en su rostro. Ni felicidad, ni odio, ni aburrimiento. Era realmente curioso. Se acercó a él, y se detuvo a su lado, observando la ventana.

Spoiler:

Esperó varios segundos antes de reaccionar.

Se giró y sonrió muy natural.

Cyrille quería salir de ese lugar...quizás aparentando más emociones...quizás...

Se giró y extendió la mano sonriendo.

-Hola! Mi nombre es Cyrille! Encantado...- demasiado sobreactuado.

Lo miró unos segundos, alternando la vista de su mano extendida a él. Parecía más un actor que una persona que vive y siente. Aunque... dentro de ese lugar, a nadie se podía catalogar como persona. Ni siquiera a ella misma. Quizás monstruos. O engendros. Sí, engendros suena mejor. Estrechó su mano contra la de él, para luego soltarla y volver la mirada a la ventana. El patio del horfanato. Algo terrorífico, algo abandonado.

- ¿Por qué actúas?

-Porque puedo...-

Su cara y tono de voz eran escalofriantemente sin vida.

-¿Por qué actúas tú?- le dijo volviendo a mirar a la ventana.

Cyrille quizás no tenía sentimientos pero conocía perfectamente el comportamiento humano...y el no tan humano...

Porque puedo. Respuesta que era similar a decir nada. Quizás si hubiese guardado silencio, hubiese sido lo mismo. Pero ya qué. Lo miró por el rabillo del ojo. Era extraño ver a alguien insensible. O que demostraba ser así. Suspiró.

- Yo no actúo... Soy como me muestro, lamentablemente

-Mentira...-

La miró a la cara. Sin expresión.

-Actúas...quizás hasta más que yo. Debería reformular mi pregunta, ¿por qué te escondes...?-

Pocas veces le había pasado. Sentía...un sucedáneo de curiosidad.

- ¿Esconderme? Yo no hago eso

Se giró, mirándolo. No ver ni una sola expresión le fastidiaba en cierta forma. Estaba acostumbrada a expresiones de ira, de soledad, de miedo, de angustia. De locura pura. Pero no ver ninguna mueca siquiera, era estresante. Solo podía ver el brillo de sus ojos, que ahora demostraba algo de... ¿curiosidad, quizás?

Bah! No podía hacer ladrar a una vaca.

Sonrió otra vez.

La miró.

-¿Por qué estás aquí...? No pareces lunática...- miró a sus ojos. Frío. Sin expresión. Inerte...

Al ver que desistía de sus intentos de hacerla confesar si fingía o no, se preguntó si solo había intentado divertirse a costa de ella un rato. Suspiró, para luego dudar si decirle o no porqué estaba allí. Despues de todo, nadie se lo había preguntado. Daba igual, ¿no?

- Mis padres murieron y me trajeron aquí -levantó su mano derecha, mostrando la cicatriz de pentagrama- No soy una lunática, soy... una psicópata que se divierte limpiando el lugar -bajó su mano y giró el rostro, mirando fijamente a Cyrille- ¿Y tú? ¿Qué haces aquí, de vacaciones?

Unas vacaciones muuuy largas seguramente.

-No. Maté a 96 personas a bocajarro en un día.-

Ni se inmutó. Seguía igual de indiferente.

-Aunque puedo irme cuando quiera...- enterrando su tétrica mirada en los fríos ojos de ella.

-Por cierto...¿cómo te llamas...?- sonrió falsamente otra vez dejando ver sus blancos, largos y curvos colmillos.

Cyrille sentía curiosidad. O creía sentirla. Sea lo que fuere...esa lunática despertó un sentimiento en Cyrille.

96 personas. Ella no recordaba cuantos habían padecido bajo ella. Seguramente no eran tan pocos como 20, pero tampoco tantos como los que padecieron bajo Cyrille. Lo miró. Esa mirada fría. Era extraño, usualmente ella era la que observaba así. Luego le vió sonreír. Parecía natural, pero... sabía que no lo era. Sonrió de medio lado.

- Katherine, pero dime Katty

Katty...

Ahi iba otra vez. Ese amasijo de sentimientos que me daba al asesinar. Se descontroló. Su corazón palpitaba rápido. Quería cogerla violentamente, poner su arma en su cabeza y volarle los sesos.

¡Qué bonitos se verían en el cristal!

Katty.

Le hacía experimentar sentimientos.

-Bonito nombre...- lo dijo por decirlo.

Se apoyó en la ventana otra vez, con la mano temblorosa por la euforia.

-¿Hay muchos más aquí?- preguntó intentando olvidarse de esos pensamientos.

- Bastantes

Lo miró. Su cuerpo parecía temblar. Aunque no sabía porqué. Suspiró, rascando su mano derecha. Era extraño. Todo en Cyrille era extraño. No mostraba emociones. No sonreía normalmente. Y no podía decifrar bien qué pasaba por su cabeza. Aunque... eso le daba aún más curiosidad. Quería saber bien cómo era. Si tan psicópata y lunático como parecía. O algo más.

-Todos lunáticos?- se calmaba de a poco.

Quería conocerlos. Quizás les inspirarían cosas...cómo con Katty.

Si pudiera gustarle algo, sería estar ahí. No se iría tan pronto...

- Algunos lunáticos, algunos no tanto

Lo miró, aún algo curiosa. Se veía extraño. Como nervioso. O ansioso. Pero aún sin demostrar ningun sentimiento o mueca en su rostro.

Cada vez que abría la boca...era como si quisiera tentarle.

Estaba nervioso. Nunca tuvo una contradicción tan grande en su cabeza.

Se llevó la mano al bolsillo.

-¿Sabes una cosa...?- le dijo dudando.

- ¿Qué?

Arqueó una ceja. Se le notaba nervioso. Y no sabia si sentirse halagada de haberse dado cuenta, o sentirse nerviosa. Suspiró, mirando que metía una de sus manos en su bolsillo. Mejor estar atenta.

-Tengo...-

Sacó una pistola del bolsillo de la gabardina.

La arrinconó contra la pared y le puso el arma en la frente.

-...muchas ganas de volarte la sesera...- Cyrille susurró entre sus labios.

Aflojó el arma de su frente y retrocedió un poco.

Puso su cara sin vida otra vez.

-Lo siento...me dejé llevar...-

ERA INCREÍBLE! Acababa de sentir arrepentimiento.

Otra contradicción. Le gustaba sentir "algo" pero no ese sentimiento.

Pestañeó confusa. Sintió el arma en su frente, pero... no le asustó. Ni el arma ni el sentirse arrinconada. Quizás algo estaba mal con ella, debía asustarle. Al ver que retrocedía y volvía a su rostro impecable de piedra nuevamente, se mantuvo aún en la misma posición. Lo miró.

- Es extraño, usualmente no me piden disculpas hasta luego de conocerme bastante -miró al arma atentamente- ¿Te doy ansias de matarme?

Su rostro se volvió al de un maníaco.

-Ganas de golpearte...de cogerte y zarandearte...de morderte y estrujarte...algo violento...-

Los sentimientos volvieron pero más suaves.

Tenía algo que...le descontrolaba...¿qué sería...?

- Vale...

¿Por qué no le extrañaba que le dijeran algo así? Suspiró, acercándose a él, tomando el arma de sus manos y mirándola. Brillaba mucho. Se preguntó si la limpiaba seguido. Luego se la volvió a entregar.

- Apreciaría que no me mataras, aún tengo cosas que hacer

Cogió el arma.

-No creo que lo haga. Eres una especie de...fuente de sentimientos...- sonrió...de corazón.

Se tocó los labios extrañado. La miró.

No sabía que hacer ante una situación así.

-Interesante...- pensó.

Sonrió de medio lado. Ese gesto lo había visto.

- ¿Muchas veces se te escapan sonrisas verdaderas? ¿O debo tomarme como tu otra 'fuente de sentimientos'?

-No y si...-

Seguía tocándose los labios, desconcertado...sin saber cómo actuar...