Nombre: Cyrille Dómine de Courier.
Edad: 17 años.
Sexo: Masculino.
Condición sexual: Bisexual
Descripción: Es un chico alto, 1'95 metros, peil de color mármol, ojos amarillos y cabello oscuro. Nunca sonríe. Siempre suele ir vestido con una larga gabardina.
Aptitud especial: Es extremadamente inteligente, astuto y manipulador. A causa de su enfermedad, no le atrae nada en especial, aunque aprende de todo, desde esgrima hasta tocar el piano. Es un muy buen actor ya que todo el tiempo tiene que fingir sus emociones.
Marcas: Tiene una sonrisa perfecta con unos colmillos más grandes de lo usual. Pueden resultar intimidantes o abolutamente atrayentes.
Gustos: No le gusta nada.
Carácter: No suele tener carácter. Es calmado y reflexivo. Aunque también es según el personaje que quiera interpretar, si quiere parecer feliz, parecerá feliz.
Historia: Nació bajo el seno de una familia normal. Bastante corriente. Con sus problemas y sus tardes de charla.
Nunca fue muy comunicativo. De hecho, de bebé nunca lloró. De niño nunca se movía y era como admirar una fotografía. Su madre, preocupada acudió a un psicólogo. No era normal que el niño se parara por la noche en el pasillo al baño y se quedara ahí...inmóvil...toda la noche. Se le detectó un serio caso de anhedonia a causa de que su organismo no producía dopamina. El chico no siente nada de placer. Puede pasar horas sentado ya que nada le molesta ni nada le gusta.
Un día, su padre trajo a casa un perrito. Que lindo perrito!! Era pequeño, de color marrón y daban ganas de apretarlo con fuerza. Todos lo apretaban. Él lo apretó también...quería hacer felices a sus padres y 'estar contento'. Así que lo apretó...con demasiada fuerza...El perro chillaba y lloraba.
En ese momento un cambio ocurrió.
Sintió compasión y pena por el chucho. Lo apretó más. Quería seguir sintiendo sentimientos. Era nuevo. Era divertido. Era adictivo.
Mientras más lo apretaba...más sentía esa misericordia...
Apretó...y apretó...
Sus padres le llevaron otra vez al psicólogo. Desde ese momento comenzó a aparentar sus sentimientos. Era un niño 'sano' según sus padres, ya era 'normal'. Reía si querían verlo reír, y lloraba si querían verlo sufrir. Pero Cyrille quería más...quería volver a sentir ese sentimiento...y sabía cómo hacerlo.
Un día volvió a casa y su familia estaba sentada a comer. Saludó con una falsa felicidad. Se dirigió a la habitación de su padre y cogió su arma de militar. La miró. La cargó.
-Papá...- le dijo apuntándole.
Disparó tantas veces como balass tenía.
Los sesos dispersos de su padre en la pared le revolvieron el estómago. Ahí estaba...sentimientos...
Su madre horrorizada fue a desarmar al niño. Otra muerta. Más sentimientos. Era extasiante. Respiró profundamente y esbozó una leve sonrisa. Ahora...descubrió que tenía imaginación. Se le ocurrieron un montón de cosas que hacer...cosas 'sentimentales'.
Cogió a su hermanito de la mano y le sonrió falsamente. Le metió en la lavadora.
Centrifugado.
Su corazón se agitó y su respiración se entrecortaba. Los intestinos de su hermano en la tapa de la lavadora lo ponían...feliz...
Pero era algo que no saciaba así de fácil. Fue dónde su vecina a coger más de lo que le gustaba. Con la amiga de su vecina. Sus 30 gatos. Su maestra de inglés. Todos sus compañeros de clase. Y los de la otra clase. El director...
Ahh...que feliz era...si no podía tener esos sentimientos...los conseguiría...
Malditos...malditos hombres de blanco. Se lo llevaron. Decían que era peligroso. Y vaya que si sería peligroso...todo sea por su querido 'sentimentalismo'.
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